miércoles, 11 de enero de 2017

Paciencia

La paciencia la vendo. La envuelvo en gasas y después la regalo. Porque quiero deshacerme de ella. Porque no me trae nada inesperado y lo que espero, con paciencia, ya no lo quiero. Rogar, padecer, asentir. Ver el tiempo, meter tu vida en un paréntesis durante ese lapso visto a escala, y ampliar esa proporción a su merced. Y volver a amplificarla sin regla ni paridad. Resistir. Y continuar observando para no perder la consciencia al unísono del encuentro con la locura. La paciencia es frívola, femenina, machista. La debilidad acorazada con una diana de seda, atravesada con dardos de marfil para subir al primer puesto, para competir contra la osadía de vivir. ¿Quieres ser mi paciente? Yo no quiero.